Así se llama esta sección en la que cada semana les daré mi opinión, de un plumazo.

De un plumazo ocurren las cosas que nunca deberían suceder en el urbanismo y el territorio, porque afectan a nuestro entorno, a nuestras ciudades y a nuestra manera de ser.

Reflexionar sobre el buen urbanismo, debe ser algo pausado, acompasado a las necesidades sociales, vecinales, naturales y culturales de nuestra sociedad.

Pero muchas cosas ocurren así, de un plumazo.

De un plumazo reclasificaron parte de la huerta más protegida de Murcia, para levantar la Joven Futura, que a su vez ha visto como, de un plumazo, los tribunales la han vuelto a declarar huerta protegida.

De un plumazo, pretendieron urbanizar Marina de Cope, desprotegiendo zonas de alto valor ambiental, y también, de un plumazo, Supremo y Constitucional nos dijeron que las cosas han de hacerse ajustadas a derecho.

De un plumazo derribaron la guardería de La Paz, nos quitaron el sueño de convertir el barrio en un lugar mejor, y trajeron la pesadilla de la especulación. Probablemente, de un plumazo, alguien nos diga algún día, que aquello no fue correcto.

Un plumazo de retroexcavadora quiso aniquilar los restos de San Esteban. Como parece ahora que, de un plumazo, quieren sumirlos en el olvido más absoluto.

De un plumazo lento y silencioso, desaparece la Huerta de Murcia, bajo la implacable aparición de construcciones que, como versos sueltos en el territorio, surgen de la noche a la mañana, de un plumazo en cada tahúlla.

Y de un plumazo suceden tantas cosas que cada día amenazan nuestro territorio.

Aportemos reflexión, el territorio necesita tiempo y un rumbo claro, las ciudades necesitan reinventarse sosegada y consensuadamente. Hagamos partícipes a los ciudadanos, y decidamos entre todos.

Les brindo desde aquí mi reflexión, una reflexión pausada, de largo alcance y alejada del ruido de la inmediatez. Una reflexión que, aunque sosegada, compartiré aquí, semana a semana, y de un plumazo.