El Gobierno Regional debe despojarse de las ataduras negacionistas, o nos sumamos a la transición ecológica europea, o perderemos, una vez más, el tren de la modernidad.

¿Sabían que la Unión Europea definió en los años 90 una red de espacios naturales en todo el territorio de la Unión, que gozarían de especial protección?

¿Sabían que esos espacios se dividen en dos tipos: las Zonas de Especial Conservación y las Zonas de Especial Protección de Aves, con arreglo a dos Directivas Europeas distintas?

¿Sabían que en la Región de Murcia disponemos de más de cincuenta de estos espacios de alto valor ambiental, repartidos por todas las comarcas? Desde los más conocidos como el Mar Menor, Marina de Cope o Sierra Espuña, hasta pequeños humedales o enclaves más desconocidos, todos ellos gozan de la misma protección.

¿Sabían que la competencia para la gestión, ordenación y protección de dichos espacios naturales reside en la Comunidad Autónoma?

Probablemente muchos de ustedes ya sepan todo esto. Pero lo que probablemente no sabían es que todas las Zonas de Especial Conservación deberían contar con un Plan de Gestión, que defina los objetivos de conservación del lugar y las medidas apropiadas para mantener los espacios en un estado de conservación favorable.

Y probablemente sepan aún menos que, salvo contadas excepciones, las zonas ZEC de la Región siguen en su mayoría sin disponer del citado instrumento aprobado definitivamente y en ejecución. Pues sí, la gran mayoría.

Así que mientras el Gobierno Regional se pasa la vida lloriqueando y protestando porque, supuestamente, el Gobierno de España lo maltrata, resulta que tenemos la casa sin barrer. Y lo que es peor, la casa sin barrer en un asunto en el que debemos responder ante la Unión Europea.

Por eso, no estaría de más que ahora que hay que definir la estrategia regional para el acceso a los fondos europeos, el Gobierno Regional aproveche para dar un giro de timón y provocar un cambio de modelo en su política ambiental. Debe despojarse de las ataduras negacionistas que le condicionan el presupuesto en la Asamblea Regional por un voto, y darse cuenta de que, o nos sumamos a la transición ecológica europea, o perderemos, una vez más, el tren de la modernidad.