Lo que estaba en juego en estas elecciones era mucho más importante que todo eso: recuperar la seriedad institucional, devolver a la política su sentido de vocación de servicio público, rescatar el respeto al adversario político como seña de identidad de la democracia, poner al ciudadano en el centro de las políticas y recomponer la división social y política del país.


Después de cuatro días de interminable y agónico recuento electoral, el sábado llegamos al té de la tarde con la noticia de que finalmente, y gracias a su Estado natal de Pennsylvania, el demócrata Joe Biden había ganado las elecciones en los Estados Unidos.

Si habitualmente la noticia del vencedor de las elecciones estadounidenses es siempre motivo de interés mundial, esta vez lo era más todavía, no tanto por quién las ha ganado, sino por quien las ha perdido y será desalojado de la Casa Blanca el próximo 20 de enero: Donald Trump.

Porque estas elecciones no han sido unas elecciones clásicas al uso. No se trataba de elegir un presidente entre la continuidad y la renovación, no; tampoco de decidir entre un presidente más conservador o más liberal, no; tampoco de optar entre el Partido Demócrata o el Republicano, no; tampoco de decantarse por mayores o menores impuestos, o la extension de derechos sociales, no; ni tampoco de cómo gestionar mejor la pandemia, no.

Ninguno de esos debates clásicos estaba en el tablero de juego de estas elecciones.

Lo que estaba en juego en estas elecciones era mucho más importante que todo eso: recuperar la seriedad institucional, devolver a la política su sentido de vocación de servicio público, rescatar el respeto al adversario político como seña de identidad de la democracia, poner al ciudadano en el centro de las políticas y recomponer la división social y política del país.

Por eso millones de ciudadanos han salido de sus casas para poner freno a la intolerancia, el racismo y la xenofobia, para decir basta al populismo y al odio que genera, para acabar con el descaro, la falta de respeto y el desprestigio en el que Trump había sumido a todo el país.

Y si unas elecciones americanas siempre tienen trascendencia más allá de sus fronteras, en esta ocasión esperemos que hayan sido el detonante para luchar contra el populismo, y los males que genera en todos los países del mundo que nos miramos en el espejo norteamericano.