El eurodiputado murciano del PSOE, Marcos Ros, coge La Lupa de Metrópolis Daily.

¿Se han parado a pensar cómo son nuestras viviendas, nuestros edificios, nuestros barrios y nuestras ciudades?
Durante este año de pandemia en el que hemos tenido más tiempo que nunca para estar en casa nos hemos dado cuenta de las innumerables carencias y problemas que tienen nuestros entornos construidos.

La mayoría de nuestras casas tienen problemas energéticos, se calientan insoportablemente en verano, necesitamos siempre de aire acondicionado, o se escapa la calefacción por las rendijas en invierno. Tampoco están adaptadas a nuestra forma de vida, quizás tienen tres dormitorios, pero los hijos se fueron de casa, teletrabajamos sin espacio para ello, o nos falta una terraza que no tenemos.

También problemas de accesibilidad porque ya nos cuesta trabajo subir la pierna para pasar a la bañera, en el ascensor no cabe una silla de ruedas, o no tenemos dónde dejar la bicicleta.

Todo ello sin contar con que la mayoría de nuestros entornos se hacen sin ningún criterio estético, son anodinos, feos en su mayoría, y no aportan ningún detalle de calidad espacial o estética que mejore nuestra experiencia diaria.

Es aquí donde ahora entra en juego la Nueva Bauhaus Europea, una iniciativa de la Unión Europea que pretende que los Fondos Europeos que se destinen a la rehabilitación energética de edificios y ciudades en los próximos años, cuenten también con criterios de sostenibilidad, belleza e inclusión. Es decir, que las ayudas no se queden solo en renovar el aire acondicionado de nuestras casas, sino para mejorar nuestra calidad de vida.

Este viernes el Ministerio de Movilidad y Agenda Urbana presentó la iniciativa en España, uno de los países donde mejor acogida ha tenido, sumando ya más del 10% de empresas y organismos socios en la UE, y contando con el liderazgo del Gobierno de España, dispuesto a que los fondos destinados a la renovación urbana, supongan una verdadera transformación de nuestras vidas.

Una muestra más, como siempre les recuerdo, de que lo que se decide en Bruselas, termina afectando, y en este caso para bien, a nuestra vida cotidiana.