El eurodiputado murciano del PSRM-PSOE, Marcos Ros, coge La Lupa de Metrópolis Daily.

La paralización que esta semana ha ordenado el Tribunal Constitucional alemán sobre los fondos europeos, supone una seria advertencia de que la Unión Europea debe adecuar la arquitectura jurídica del proyecto común europeo.

La Unión Europea ha ido avanzando a lo largo del tiempo, desde una mera asociación comercial entre seis países, hasta lo que hoy conocemos, una asociación política casi confederal constituida por veintisiete países.

El principal problema que afronta la Unión es la falta de capacidad para tomar decisiones como actor político independiente, sin depender de la aprobación y ratificación de sus Estados miembros en todo aquello que no esté recogido como competencias propias en sus Tratados.

Este problema, en tiempos de tranquilidad, se solventa con meses y años de negociaciones, con pequeños pasos consensuados que se van fijando en el tiempo, y con un complejo sistema de toma de decisiones entre los Estados miembros (Consejo), los ciudadanos de la Unión (Parlamento Europeo) y el propio gobierno de la Unión (Comisión).

Pero los tiempos políticos no son siempre tranquilos, y recientemente hemos vivido dos situaciones de crisis que han requerido de una respuesta urgente y eficaz de la Unión. En la crisis de 2008 esta respuesta llegó cuatro años más tarde, en forma de un Mecanismo de Estabilidad que casi rompe la moneda única, asfixió económicamente a cuatro países y sembró la semilla del euroescepticismo que acabó con el Brexit en 2019.

En la crisis actual, con la lección de 2008 bien aprendida, la UE reaccionó rápida y adecuadamente, diseñó en solo 7 meses un Plan de Recuperación, ratificado por Parlamento, Consejo y Comisión en tiempo récord, que ahora choca con las peculiaridades judiciales de cada Estado miembro.

Ahora más que nunca debemos replantear si queremos seguir así, o queremos ceder poder nacional a la Unión para avanzar en un proyecto más sólido y eficaz.

La próxima Conferencia sobre el Futuro de Europa que se plantea a partir del mes de mayo, que podría desembocar en un nuevo Tratado europeo, resulta fundamental, para el futuro de la Unión Europea, y para el futuro de los ciudadanos europeos.