El eurodiputado murciano del PSRM-PSOE, Marcos Ros, coge La Lupa de Metrópolis Daily.

Cuando se acerca la celebración de un día internacional conmemorativo de alguna causa, solemos caer en el tópico de afirmar que este año es especial por algún motivo.

Pero creo no equivocarme si digo que este año la celebración del día del Orgullo LGTBI es más importante que nunca, teniendo en cuenta los últimos acontecimientos en Estados miembros de la Unión Europea como Hungría y Polonia.

Con algunos derechos sociales pasa lo mismo que con la salud, que uno no se da cuenta del valor que tiene, hasta que se empieza a perder. Los ciudadanos de la Unión Europea vivimos en el territorio más avanzado del mundo en cuanto a derechos sociales y cívicos, inspirados en nuestros valores europeos de tolerancia, respeto y democracia.

Pero a veces lo damos tan por sentado, que no lo valoramos.

Los españoles lo sabemos bien. Desde que en 2005 el gobierno socialista de Zapatero legalizó el matrimonio igualitario, hemos vivido un proceso de normalización y aceptación social rápido y generalizado. Tanto que apenas resuenan los ecos del estruendo que organizaron el Partido Popular y la cúpula episcopal española, saliendo a las calles, recogiendo firmas y recurriendo ante el Constitucional contra este derecho.

En el resto de Europa poco a poco se fue extendiendo este derecho, y prácticamente nadie o casi nadie quedaba ya que no lo viese como un derecho inherente a nuestra sociedad de valores.

Pero tan confiados y tranquilos estábamos que apenas se prestó atención a las señales de alarma que venían de Polonia y Hungría, en claro retroceso contra todo tipo de valores democráticos. Finalmente llegó el punto de no retorno con la nueva ley húngara que impide hablar de temática LGTBI en cualquier medio de comunicación, publicidad o en las escuelas.

Por eso, este año que también en nuestra Región de Murcia se enciende la primera señal de alarma con el veto parental, es hora de plantar cara a los excluyentes porque, como decía Pedro Zerolo, en la sociedad que defendemos caben todos, pero en la sociedad que defienden ellos, no caben las personas LGTBI.