Además de contenedores desbordados, bolsas de basura rotas y desperdigadas, papeleras rebosantes y miles de papeles, plásticos y otros residuos que invaden nuestras calles, hoy quiero tratar un asunto que me preocupa, y es la invasión del espacio público por miles de artefactos, inservibles, inútiles que van reduciendo calidad y cantidad de nuestro cada vez menos apreciado espacio público.

Este post, que me ronda por la cabeza hace ya meses, nace de la contemplación, cada vez que paso por allí, de la rampa metálica que instalaron con motivo del Manifesta 8 en el edificio de la antigua sede de Correos, en Murcia.

 La rampa abandonada desde enero de 2011


La rampa abandonada desde enero de 2011

El Manifesta 8 terminó el 9 de enero de este año, y ahí sigue la rampa, como podéis ver en la foto que hice esta semana. La rampa cumplió su función, la de dar accesibilidad al evento durante el tiempo que duró. Pero ahora el edificio está clausurado, a la espera de que una operación especulativa lo convierta en un bloque de 6 plantas destinado a casino.

Yo me pregunto ¿es posible que nadie, después de 8 meses, haya reparado en que esa rampa estorba? Esa rampa estorba, ocupa espacio público, es desagradable visualmente, peligrosa para niños… en fin, todo lo que se os ocurra.

La única respuesta que me cabe es que hay una absoluta desidia, desinterés y dejadez por parte de nuestros gobernantes en Murcia, y que poco o nada les importa nuestro espacio público.

Esto de la rampa es sólo un ejemplo, pero nuestras calles están colapsadas de artefactos.

Señales de tráfico, semáforos, señales indicativas… cada una en un mástil distinto, a pocos centímetros de distancia, imposibilitando la limpieza entre ellos, pasar con un carricoche o un paraguas abierto, y no digamos con una silla de ruedas.

Paneles publicitarios, mupis, cabinas telefónicas, paneles de información turística, quioscos de prensa, quioscos de bebidas o flores y un largo etcétera, llenan también, de manera autorizada, nuestro espacio público, haciendo cada vez más difícil andar tranquilamente y disfrutar de la ciudad.

Capítulo aparte merecen las terrazas, en las que no solamente sillas y mesas, sino sombrillas, toldos, toldos con laterales, estufas, maceteros, y estructuras que parecen auténticas casas en mitad de la calle, impiden literalmente cruzar algunas plazas de nuestro centro urbano.

Todo ello autorizado, para mayor recaudación del impuesto o tasa sobre ocupación de la vía pública, pero sin ningún control de estética, organización y disposición de cada artefacto. Y todo ello va disminuyendo nuestro atractivo comercial, turístico y estético, y la calidad de nuestro espacio público, que aunque parezca una obviedad, es de todos.

Por no hablar de los artefactos “no autorizados”, que merecerían un estudio aparte, y que quizás otro día referiré: carteles publicitarios de bares, restaurantes y comercios que se amarran a farolas o semáforos con cadenas y se despliegan en la acera con total impunidad, sin que ningún gobernante político de nuestra Murcia haga algo por despejar y dejar el espacio libre para todos.

¿Estamos ante la privatización también de nuestro espacio público?